Si quería ir a la comunidad, algunas palabras en Quechua tenía que incorporar a mi vocabulario; es más, lo ideal hubiera sido tomar unos cursos de quechua cusqueño, que se supone que es el original, ya que en Cusco se encuentra algo así como la “Real Academia Cusqueña de Quechua”. Sucede que en las diferentes comunidades y países cambian algunas palabras y pronunciaciones y esto hace que haya una suerte de disputa acerca de cuál es el quechua genuino. Al ser una lengua que se transmitió oralmente, hoy es difícil determinar cuál es su base “ilustrada”, escrita, con gramáticas occidentales.
En fin, en este intento por aprender el idioma, solo alcancé a repetir algunas pocas expresiones: el hola, cómo te va?, el gracias, el adiós nos vemos, y siempre con el cuadernito en mi bolsillo por si me olvidaba. Y eso fue fundamental para acercarme a las Sisichas “hormiguitas”. Pero también me di cuenta que, en ciertas ocasiones, no hacen falta las palabras. Solo con unas miradas cómplices, unos gestos solidarios, unas sonrisas reciprocas, se da un espacio de comunicación, de encuentro.
Eso fue lo que me pasó en la comunidad Queyupay cuando acompañamos a los compas de la Asociación Pukllasunchis. A las 4 de la madrugada, con un frio acuciante, nos pasaron a buscar Alex, Lucho y Javi por el hospedaje donde estábamos en Cusco. A las 8 de la mañana arribamos a la comunidad. Las y los profes, los y las niñas sabían que llegaríamos; como cada día, se levantaron muy temprano para caminar kilómetros y kilómetros por los cerros y llegar así a su escuela. Habían estado trabajando varias semanas para este gran día, para el día de la grabación del programa de radio de las Sisichas
La Asociación trabaja desde hace muchos años el tema de la educación intercultural. Tienen diferentes proyectos dentro de la organización, pero nosotras nos vinculamos sobre todo con el área de la radio. Ellos/as entienden la interculturalidad como la interrelación entre dos personas con cosmovisiones diferentes. Sucede por ejemplo que, aunque haya personas que sean de la misma zona pero de comunidades diferentes, también tienen conflictos interculturales. Es decir, intereses, cosmovisiones y necesidades distintas; por ejemplo un ritual puede ser denominado de diferentes maneras entre comunidades. Es por ello que se hace imprescindible conocer al otro para interactuar con él y respetarlo. Respetar la libertad de credo y las identidades. Y desde estas diferentes miradas construir nuevos sentidos.
Es por ello que nació el centro de producción de programas radiofónicos pero desde la propuesta educativa. En el equipo de trabajo hay antropólogos, comunicadores y pedagogos. Y desde la investigación con los comuneros construyen los programas. La radio es entendida como un pretexto para la visibilización y el reconocimiento de las diferentes culturas, para la transmisión de conocimientos, de leyendas, cuentos y mitos. Y para que los mismos comuneros participen activamente y se escuchen mutuamente.
En el caso de la grabación de programas en las comunidades, se trabaja con los/as docentes los aspectos pedagógicos para que sean ellos/as quienes aprendan de los niños y desde sus marcos de referencia. Entienden que si el niño se reafirma en su forma de concebir el mundo, es mucho más sencillo incorporar otros conocimientos que pertenecen a otras cosmovisiones, desterrando siempre la imposición. El hablar con los niños sobre cuestiones de su contexto permite que ellos aprendan a argumentar. Si se les habla de jirafas por ejemplo, no van a poder participar activamente porque en su contexto no hay jirafas. Ahora si hablamos de las ovejas, de la papa, del pastoreo, los niños podrán expresarse libremente y desde allí incorporar otros conocimientos que sean diferentes a su cultura.
Alex nos contaba que en este camino fueron aprendiendo de sus propios errores, cambiando sus paradigmas de comprensión sobre el trabajo, revisando cada estrategia que iban implementando. Por ejemplo, en relación a la radio, el micrófono siempre es la vedette, el centro de la escena. “En la comunidad eso no pasa, el niño tiene otra forma. Para plasmar algo tienen que actuar, concretizar, eso no lo van a poder hacer si el micrófono es el centro. Tú los persigues a ellos con el micrófono. Los tiempos y espacios en la comunicación son diferentes, desde nuestro paradigma hay un narrador, una cortina, etc. Pero ellos lo concretizan, es decir, si dicen q van a la chacra, están yendo a la chacra y reafirman sus pasos”.
Y exactamente eso fue lo que pasó en la comunidad que visitamos. Había un niño narrador, y otros se desplazaban por todo el espacio de la escuela. Interpretaban a las ovejitas que se movían, el sonido-efecto de un cui era efectivamente un cui que lo hacían chillar, cuando hablaban de la cocina, todos y todas se dirigieron al espacio de la cocina donde estaba la olla en el fuego. Y así.
En este caso, los niños interpretaron la leyenda de un pájaro malo, tipo un cuervo, que representa al conquistador, al español malvado, al peligro. Y este es un mito de resistencia que es bien conocido entre los comuneros. Cada uno de los niños y de las niñas sabían donde debían ubicarse, cuáles eran los pasos a seguir. Se notaba que se habían apropiado de la historia, que era producto de un proceso participativo.
Asimismo, nos contaron acerca de otras situaciones que les hicieron aprender y reelaborar; por ejemplo habían grabado el sonido de unas campanas y lo utilizaban para todo, pero los niños les señalaron que esas campanas eran utilizadas únicamente para los entierros. O bien, reconocen que un pajarito no es de su comunidad, o que a media mañana no cantan las aves.
Las temáticas y las propuestas de los efectos surgen desde el aula, desde la participación de los niños y las niñas. Si deciden trabajar el tema de la siembra de la papa, conversan con sus padres, preguntan a los mayores como es esa costumbre, mito o leyenda, lo dibujan y se contextualiza en escenas. Todos ya saben que tienen que hacer y participan de alguna manera en el momento de la grabación. Luego se escuchan por la radio del pueblo, allí reconocen su voz.
El docente y los integrantes del equipo de la asociación se basan en no creer que son ellos los que saben, la autoridad, sino más bien, aprender de los comuneros y construir junto a ellos. Lucho, el antropólogo, nos contaba que “a partir de estos programas, los pobladores escuchan sus historias en su propia lengua, su forma de vida; algunos que migraron a la ciudad sienten la nostalgia de escuchar sobre su anterior vida en sus tierras, y aquellos que viven en la zona rural se enteran que hacen en otras comunidades. Todo esto permite la apertura a la comunicación con sus hijos, es motivo de dialogo en la familia”. Los integrantes del equipo también se sienten movilizados por lo que pasa en las comunidades. “A medida que vas conociendo más, te vas enamorando de las comunidades, de las personas, y tú mismo te vas reafirmando en ciertas cosmovisiones. Cosas que siguen vivas y siguen latentes. Hay un ser arriba que te está mirando, que te cuida, está ahí y tú mismo te sacudes”.
Estos días en la comunidad fueron bien intensos, porque no solo aprendí acerca de la metodología de trabajo de la organización que me pareció maravillosa por la apertura al aprendizaje y el respeto por esta forma de vida, sino más bien, pude empezar a entender un poquito sobre la cultura andina. Solo un poco, porque no saber el quechua me ha limitado bastante en esta tarea.
Sin embargo, siendo de otra cultura y con costumbres tan urbanas y capitalistas, pude sentir en mi cuerpo la importancia del dialogo con la naturaleza, aprehender la presencia de los Apus y de la Pachamama, el respeto por ese diálogo. Todo en la naturaleza es animado, las piedras tienen vida, asimismo la tierra y están en constante encuentro con ellos.
Y sí, algo de eso sentí, algo de eso aprendí y me cambió un poco mi forma de mirar el mundo, sobre todo, mi relación personal con la madre naturaleza. Y también el vínculo con los niños y las niñas, con las madres que estaban en la escuela. Ellos y ellas me enseñaron mucho, me expresaron un cariño infinito, me dedicaron canciones, me regalaron sonrisas y miradas y todo esto sin pedir nada a cambio, porque esa es su cultura, es dar sin esperar recibir. Es pureza, es alegría, es amor genuino.
Gracias!
Para escuchar algunos programas de los Sisichas, hacé click http://www.pukllasunchis.org/radio/programas.php